Test del / de la profe
Marcelo Tano
Después de haber realizado estudios superiores en Argentina en Filología Francesa como así también en Relaciones Públicas y Periodismo, Marcelo Tano inicia una larga trayectoria de formación y de experiencias laborales en Francia. Completando en el país galo sus estudios iniciales con un máster en Ciencias de la Comunicación, además de otros diplomas obtenidos en la Universidad de Nancy, culmina su formación científica obteniendo el grado de doctor en Español por la Universidad de París Nanterre.
Desde hace más de dos décadas ejerce como profesor titular por concurso enseñando el español y el francés como lenguas extranjeras en la Escuela Nacional de Ingenieros de Metz (Universidad de Lorena), donde se encarga igualmente de las relaciones de cooperación académica con países hispanohablantes y del seguimiento de prácticas empresariales de sus estudiantes en el medio hispánico.
Luego de haber obtenido la doble acreditación en Ciencias del Lenguaje y Estudios Románicos por el Conseil National des Universités, integró el Laboratoire Inter-universitaire de Recherche en Didactique Lansad como investigador asociado.
Es, además, miembro de asociaciones francesas pioneras en la defensa y promoción de idiomas como la Union des Professeurs de Langues Étrangères des Grandes Écoles et des Établissements Supérieurs Scientifiques) y el Groupe d’Étude et de Recherche en Espagnol de Spécialité. Cabe destacar que ha sido presidente electo de este último grupo desde 2011 hasta 2019, período durante el cual se abocó fundamentalmente a crear y administrar el portal web asociativo, a organizar los Encuentros Internacionales del GÉRES como así también a asegurar la continuidad de publicación de la revista Les Cahiers du GÉRES de la que ha sido director editorial durante el mismo período.
Convencido de que la transferencia de los resultados de investigación es la mejor manera de hacer evolucionar el español de especialidad como disciplina en expansión, ha sido ponente en cuantiosas manifestaciones de relieve internacional, autor de numerosos artículos publicados en revistas de impacto y creador de materiales didácticos de español para ámbitos profesionales. La integralidad de su contribución científica se puede consultar en abierto en la plataforma HAL bajo el código “marcelo-tano”.


Confirmé mi vocación en dos oportunidades. Primero lo supe al terminar mi bachillerato en Argentina. Me apasionaba el francés, como lengua extranjera y disfrutaba mucho en las clases. Tuve excelentes profesoras y compañeros que me incitaban a la emulación. Como disfrutaba de los cursos y como obtenía muy buenos resultados, tanto aprendiendo como enseñando, decidí que la enseñanza de idiomas debía ser mi futuro profesional.
Luego, descubrí que la enseñanza del español también era lo mío, interviniendo en varias estructuras universitarias en Francia, enseñando una lengua orientada al mundo laboral, hasta que un buen día decidí pasar oposiciones para ser profe titular. Y así fue y aquí estoy. Lo interesante de todo esto es que la necesidad me fue llevando a fijarme nuevos y desafiantes objetivos en el sector de la enseñanza de una lengua aplicada a las profesiones.
Sin dudas, la falta de motivación del alumnado por hacer el gran esfuerzo que exige el aprendizaje de un idioma es una de las situaciones más difíciles que afrontamos todos a diario (¿cómo hacer beber a un burro que no tiene sed?). Pero esto es, al mismo tiempo, un desafío para el docente, que no es únicamente “el que da la ciencia” sino el que crea las condiciones para que el aprendizaje ocurra.

Tengo muchos y en circunstancias muy dispares. No sabría decir cuál es el más bonito. Tal vez sea éste: en un reciente curso de preparación para la movilidad internacional, organizado para estudiantes que se van a una universidad del mundo hispánico durante un año de intercambio, un alumno me expresa ante todos su gratitud por haberle enseñado un poco de variación hispanoamericana. Algo que él intuía como necesario y extremadamente útil para el tipo de formación que le esperaba. El pobre, después de siete años de cursos de español, recién conmigo descubrió que, si la lengua castellana era la columna vertebral de locutores de tantos países, no todos la usaban con la misma pronunciación o entonación, ni con el mismo acento o ritmo, y que todo esto formaba un conjunto de datos identitarios que él no podía dejar de conocer.
i) Para enseñar ENE o EFE o ESP (español de especialidad, que es una noción más englobante que las anteriores), hay que estar formado para ello (la improvisación es mala consejera); lo que significa una revisión de programas de formación del profesorado que no pueden estar a cargo de “intrusos” (expertos en disciplinas que nada tienen que ver con lo nuestro).
ii) El carácter emergente y estratégico de la investigación en ENE/EFE/ESP exige la creación de puestos de investigadores que puedan ir consolidando el andamiaje científico de la disciplina a través de transferencias basadas más en la episteme (los fundamentos, las pruebas, los indicadores de campo) y menos en la doxa (la opinión; ¡vamos, que cualquiera puede dar la suya!)

acompañante/entrenador/consejero/regulador/motivador/evaluador, y todo a la vez.
